Como decía Benjamin Franklin, sólo hay dos cosas en el mundo de las que podemos tener absoluta certeza: la muerte y los impuestos.

Tan sólo un 15% de las personas que fallecen al año en España, tienen sus asuntos patrimoniales atados y bien atados mediante testamento notarial.

Acudir a un notario a hacer testamento, lo cual tiene un coste de entre 36 y 60€, es en mi opinión, un verdadero deber ciudadano y un gesto de mínima delicadeza para con los otros, y más si son tus seres queridos.

Se trata sencillamente de un asunto de orden social y económico. Por eso mismo, el Derecho Sucesorio prevé un camino cuando hacemos testamento, y otro cuando no lo hacemos.

El problema es que cuando no se hace testamento, el itinerario para la sucesión no es que se complique; es que puede llegar a tomar tintes de verdadera odisea para los herederos, y más aún con los nuevos modelos de familia.  

En este interesante artículo que nuestro compañero Guillermo Calvo publica para Expansión, nos explica por qué es sumamente recomendable hacer testamento a fin de evitar litigios caros y relaciones familiares destruidas. 

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